A través de la ventana siempre he
contemplado el mar, la inmensidad de sus aguas, el balanceo de las olas.
Un sonido tan perdurable en la memoria de
cualquiera y que con el paso de los años evocas para relajarte.
A través de mi ventana…las cometas en el cielo
al compás de la mano de un niño feliz al ver su movimiento dinámico, queriendo
alcanzar las nubes. El también llanto provocado debido a la inexperiencia de
sus manos y el aterrizaje brusco de su
cometa en la arena o contra las rocas del malecón.
A través de mi ventana… los barcos a millas
del puerto, e imaginas la vida de las personas que habitan en su interior.
Marineros destrozados por la escasez de su pesca, otros jubilosos por la
abundancia que el día y el fruto del mar les ha proporcionado.
Barcos recreativos en los que sus
ocupantes parecen sumergirse en un mundo de despreocupación, de ocio y descanso
probablemente bien merecido.
A través de mi ventana… gentes paseando por la
orilla con un cierto aire de nostalgia al ver un punto de luz en el horizonte,
coloreando el cielo de mil matices diferentes queriendo dar paso a los nuevos
pobladores del universo nocturno, por qué no , a esas estrellas protagonistas
de tantos sueños, poesías y relatos.
A través mi ventana… todo es un espectáculo, recrear la mirada ante todo
aquello que nos facilita el paisaje y en
el que fijamos nuestra retina.
A través de mi ventana… un día
despiertas y se ha producido un cambio en tu manera de percibir y analizas
exhaustivamente las tonalidades, los puntos de luz y sombras, las texturas bastante
menos agradables, irregulares, los sonidos
del agua ya no te resultan tan melódicos ni armoniosos y un viento frío
recorre todo tu cuerpo llegando hasta lo más profundo de tú alma.
Un pintor tendría los mismos colores
en su paleta, un músico los mismos tonos agudos, graves, más o menos intensos o
prolongados. El observador cotidiano se
dejaría llevar por el mismo entusiasmo. Sólo una persona capta que todo ya es
diferente, tan lejos pero tan cerca mira aquella barca, aquella barca tan
familiar de cada día, que anclaba en aguas tranquilas. Ha perdido su amarre,
¡zozobra a la deriva!.
El marinero no puede, por más que lo
intenta, controlar su rumbo, los remos no le obedecen y queda extasiado sin
fuerzas para poder llevarla a buen puerto.
A través de la ventana… el paisaje ha
cambiado, no es tan hermoso ver y aceptar que no es gran cosa lo que puedes
hacer para ayudar a ese marinero que sin saber como ni cuando perdió el control
de su barca.
A través de mi ventana… no te parece
idílico mirar el mar, ya no te produce placer observar ese horizonte, esa
inmensidad de aguas y esa barca. Acabas comprendiendo y vas en su ayuda
sutilmente porque ese marinero indomable por lo acontecido, lucha contra todo,
contra todos, incluso consigo al ver la realidad de lo que ha ido aconteciendo
en la barca de su vida, sin un rumbo, sin un puerto…
¿Que provocó ese naufragio? Si el mar
estaba tranquilo con barcas alrededor, quizá fue una mala ola que a la barca
derribó.
A través de la ventana, nada volvió a
ser igual, no olvidaran mis retinas el ocaso y la oscuridad que producen en tu alma ver a un barco
naufragar.
SENDA©